miércoles, 21 de abril de 2010

MOTIVACIÓN

Hay una diferencia entre acontecimiento en el medio ambiente y acontecimientos en el organismo, y por lo tanto se requiere una terminología definida para cada uno de éstos.
Un estado de necesidad en el medio ambiente, pone en marcha un estado de necesidad en el organismo. Son estímulos sensibilizantes que despiertan una pulsión en el Sistema Nervioso Central.

Las pulsiones consideradas son inherentes, pero existen condiciones, estados y pulsiones de necesidades adquiridad.

Intinto: Es si el comportamiento que resulta de una pulsión inherente está causado por patrones implícitos o incluidos en el sistema nervioso.

Motivo: Es una pulsión y un comportamiento aprendido que conducen al incentivo.

El incentivo está representado por estímulos desencadenantes del comportamiento motivado.

La adicción tiene lugar cuando el Sistema Nervioso Central es alterado por fármacos, que cuando están ausentes causan una necesidad o dependencia.

La sed y el hambre causan estados locales tales como la sequedad de la boca.


Contracciones gástricas 
Tales estados no son ni necesarios, ni suficientes para despertar pulsiones. En el caso del hambre y de la sed, los estados locales son abolidos inmediatamente comiendo y bebiendo y por lo tanto no pueden informar al animal “Cuando es bastante”.

Los estados de necesidad se influyen mutuamente y un estado de necesidad es incrementado para satisfacer a otro.
En general se establece una jerarquía y el estado de necesidad o el estado de desequilibrio que puede tolerarse por un periodo más corto es el que recibe mayor prioridad.

Apetitos o aversiones: Son las pulsiones que están controladas mediante sus estímulos desencadenantes.


Existen estados de ansiedad, tales como los correspondientes a ciertas vitaminas que no despiertan pulsiones (no poseen estímulos sensibilizantes).


La mayor parte del comportamiento motivado está controlado por múltiples factores que sirven como estímulos desencadenantes, una vez que el impulso ha sido despertado y su efectividad depende del grado de despertar de la pulsión por estímulos sensibilizantes.  Los estímulos sensibilizantes correspondientes a pulsiones actúan habitualmente sobre el hipotálamo, el cual es sensible a estados internos de necesidad, forma parte del SARA y controla el sistema nervioso vegetativo o autónomo.  Los estudios acerca de estimulación y ablación han demostrado la presencia de centros excitadores e inhibidores para diversas pulsiones, situados en el hipotálamo; estos centros responden, respectivamente, a estimulo sensibilizantes y de saciedad.  Sin embargo, el comportamiento despertado por estimulación eléctrica de ciertos centros depende del incentivo presente en un momento determinado.

 
En la sed, el organismo conserva agua mediante la decrecion de ADH por el lóbulo posterior de la  hipófisis, que ha sido excitado por neurosecreciones procedentes del hipotálamo.  La deshidratación intracelular estimula este proceso y despierta la pulsión de sed.  La pulsión de sed y de hambre se localizan en células del hipotálamo.  La deshidratación intracelular estimula este proceso y despierta la pulsión de sed.  Las pulsiones de sed y de hambre se localizan en células del hipotálamo anterior, que difieren químicamente entre sí, siendo las primeras adrenérgicas y las segundas colinérgicas.  Los experimentos de “beber aparente” muestran que el comportamiento consumidor, por sí solo, sirve como estimulo temporal de saciedad: el animal cesa de beber durante unos cuantos minutos tras haber “remplazado” el agua perdida, aun cuando no haya llegado nada de esta ultima al estomago.  Las “fibras de sal” en el gusto pueden actuar para controlar el beber, ya que las ratas beben más agua salada que agua pura de la que se requiere para la hidratación celular.  Sin embargo, una rata puede aprender a controlar su equilibrio hídrico presionando una palanca para autoadministrarse inyecciones intragastricas de agua.


La ingestión de comida depende de la ingestión de agua, ya que se requiere agua para la digestión.  Los animales regulan con exactitud su ingestión de  calorías, pero esta capacidad depende más de factores gastrointestinales que de factores orales, ya que un animal hambriento, aparentemente alimentado, come hasta quedarse exhausto.  Los animales que presionando una palanca se autoadministran intragastricamente comida pueden regular su ingestión de acuerdo con sus necesidades y con el valor calórico de los alimentos.    Los alimentos que poseen presión osmótica más elevada causan saciedad más rápidamente.  La pérdida de agua, la supresión de hipoglucemia, el aumento de calor metabólico y otros factores pueden afectar a la saciedad.


La teoría glucostatica propone que el nivel de azúcar en la sangre controla la pulsión de hambre hipotalámicamente regulado, pero no se han encontrado relaciones demostrables.  La teoría lipostática afirma que la pulsión de hambre está controlada por el nivel de ácidos grasos en los líquidos tisulares; otra hipótesis menciona ciertos aminoácidos esenciales como factor de control.  

El núcleo ventromedial parece constituir el centro hipotalámico de saciedad; su extirpación causa hiperfagia hipotalámica y la estimulación química o eléctrica de este centro detiene el comportamiento de comer.  Existen diversos datos que demuestran que las ratas hiperfagicas son  más exigente en cuanto a su comida que las ratas normales y por tanto no intervienen los centros de despertar del hambre; lo que sucede más bien es que es más elevado el umbral de saciedad.  Aquello que estimula al centro de la saciedad es transportado por el torrente sanguíneo hasta que el compañero parabiótico de una rata hiperfagica se torna delgado, debió quizá a algún factor transportado en la sangre y procedente de los depósitos de grasa excesivos en la rata hiperfagica.  Tanto las ratas hiperfagicas como las personas obesas parecen ser menos sensibles a las señales internas que indican saciedad.  El hipotálamo lateral parece ser que contiene los centros del hambre, ya que la extirpación de dichos centros convierte en afágica a una rata.
Los estímulos eléctricos o con adrenalina aplicados al hipotálamo lateral ocasionan un comportamiento de comer.  Sin embargo, el hambre es tanto general como especifica y los animales, así como los niños pequeños, pueden mantener una dieta equilibrada cuando se les permite elegir entre una serie de alimento naturales.  Con el ulterior aprendizaje se pueden desarrollar hábitos de comer determinados alimento, “gustos” especiales.  Los cambios en cuanto a dieta durante el embarazo y la lactancia, o bien tras la adrenalectomía, reflejan el cambio verificado en las necesidades corporales.
 



El impulso sexual, por otra parte, se halla bajo control nervioso, así como bajo control hormonal.  La secreción de andrógenos por el varón y de estrógenos por la mujer, a partir de las gónadas es estimulada por la LH y la FSH de la hipófisis anterior y a su vez esta última es estimulada por neurosecreciones procedentes de las fibras hipotalámicas que van a la hipófisis posterior.  El mantenimiento del control hormonal y del impulso sexual en el varón, así como las fluctuaciones del ciclo en la mujer, se hallan bajo control hipofisario, a través de la FSH y de la LH.


En animales superiores, la pulsión sexual está controlada por el aprendizaje y sobrevive a la castración o a la senilidad en adultos (de modo más efectivo en el varón que en la hembra). En animales inferiores, la extirpación de la hipófisis, al igual que la castración, suprime la mayor parte del comportamiento sexual, pero este último es restablecido mediante inyecciones de hormonas. La colocación de cristales de estrógeno en el hipotálamo de hembras mantiene el estro o el celo. Las lesiones del hipotálamo ventral y anterior pueden suprimir el comportamiento sexual sin hacer variar los niveles hormonales; estas lesiones pueden señalar por tanto la presencia de áreas de despertar de la pulsión. La destrucción de los cuerpos mamilares destruye probablemente la secreción del lóbulo anterior de la hipófisis, ya que las gónadas se atrofian

Otros impulsos varían desde los reflejos homeostáticos, hasta aquellos que despiertan patrones de comportamiento muy complejos. El dolor actúa al igual que una pulsión en cuanto a despertar y mantener el comportamiento: como una pulsión controlada por un estimulo desencadenante. El nivel de actividad de los animales está regulado para ajustarse a sus condiciones metabólicas. Los primates muestran un comportamiento de curiosidad controlado por estímulos nuevos. Se desconoce la base de dicho comportamiento.
Se han encontrado centros gratificadores en el cerebro de la rata, la estimulación de los cuales sirve como refuerzo en el aprendizaje de laberintos: la rata aprende rápidamente, a fin de auto estimularse con la palanca de la caja de Skinner.
Alguno de estos centros parece estar relacionados con los del hambre y el sexo, se han descubierto centros de castigo en áreas cerebrales más posteriores y algunos de ellos en las vías de la sensibilidad dolorosa, pero otras se han encontrado en áreas que no parecen estar relacionadas con el dolor. En ambos casos interviene probablemente un complejo sistema neural.
El sistema de gratificación como haz longitudinal medio, adrenérgico y el sistema de castigo o punitivo como sistema peri ventricular, colinérgico. Existe una considerable discusión acerca de si la estimulación eléctrica del cerebro actúa igual que los incentivos normales.